Putita mía

Hoy te eh visto nuevamente. Caminaste con aquel quien solo te quiere para usarte. Tomaste su mano, mientras el abrazándote, se regodeaba saludando a alguien más. Y no sé qué es lo que te pasa, tal vez es lo mismo que esa vieja fabula, que da todo por unos cuantos halagos, esa que dice así.

Con sus negros ojos, el cuervo observaba al zorro que se hallaba en el suelo. Lo miró saltar una y otra vez, tratando de llegar a él, sin conseguirlo cada vez. Pero el cuervo callaba, porque sujetaba con fuerza en su pico un gran trozo de queso.

Cuando el astuto zorro comprendió, por fin, que no podría alcanzar el queso del cuervo, trató de obtenerlo de algún otro modo.

-¡Mi querido cuervo! -le dijo suavemente- ¡Oh, hermosura del bosque! ¡Tu fuerza es mayor que la del águila, tu vuelo es más bello que el de la golondrina, tu reluciente plumaje negro brilla más que el del pavo real! ¡Lástima que siendo tú el ave más sublime que la naturaleza haya podido crear, no te otorgo una voz comparada a tu grandeza!

Los negros ojos del cuervo habían brillado de alegría ante la adulación del zorro, pero sus últimas palabras lo irritaron. ¿Qué quería decir al afirmar que no tenía una bella voz?

-Quizá esto último sea mentira -dijo el zorro- Puede ser que el ruiseñor haya difundido esa falsedad para acabar con la única voz que puede superar a la suya. Ojalá quisieras cantar, hermoso cuervo, y así permitirme oír la música de tu canción.

Y aquel cuervo, excitado por tanta alabanza, abrió el pico y graznó sonoramente, dejando caer en el acto el trozo de queso, atrapándolo el zorro en el aire, que era lo que en verdad quería.

-Si tu humildad hubiera sido más grande que tu vanidad, tendrías aún tu queso  -dijo una vieja ardilla, quien había visto todo desde su hueco en el árbol.

Y el cuervo herido y sin queso, levantó el vuelo.

Y mientras, yo aquí, esperándote, pero no puedes verme, porque estas embobada con lo que él te dice. No soy nada para ti. Clamando tu nombre en la tarde, a la luz de un cielo que se quema por el sol, para que tú, indiferente, te des vuelta dejándome solo, con mis pensamientos.

Llamándote zorra por debajo, hasta que la palabra pierda todo significado.

***

Hoy te eh visto nuevamente. Yo, quien siempre te sigo, a donde quiera que vayas, por donde quiera que estés. Acechándote en cada paso que das, aprendiéndome tus movimientos, amada mía. Caminaste con aquel quien solo te quiere para usarte. Tomaste su mano, mientras el abrazándote, se regodeaba saludando a alguien más. Y no pude dejar de notar que te diste cuenta, cerraste los ojos y ahogaste una lágrima. Y sin embargo, ahí sigues, dándole el culo, vieja puta. Y no sé qué es lo que te pasa, tal vez es lo mismo que esa vieja fabula, que da todo por unos cuantos halagos, esa que dice así. No, si sé qué te pasa, no puedes dejar a ese hijo de perra, quien te maldice tanto que dan ganas de cortarle las cuerdas vocales, pero tú, putita mía, parece que te gusta la mala vida. Aún recuerdo la primera vez que te jaloneo del brazo al salir del cine, te encontraste con tu amiga Pilar, pero ya ves, su mala influencia feminista, y tú, sumisa mujer mexicana, solo atinaste a decirle que después le hablabas. O aquella vez que al comer te abstuviste de pedir un buen pedazo de carne y preferiste la ensalada, para guardar la línea y estar bien buena, para que él te deje morados los brazos y llagado el corazón. Mi vida, no te vayas,  te suplique, pero me dejaste solo en ese bar, te diste media vuelta y rompiste mis esperanzas.

Con sus negros ojos, el cuervo observaba al zorro que se hallaba en el suelo. Lo miró saltar una y otra vez, tratando de llegar a él, sin conseguirlo cada vez. Pero el cuervo callaba, porque sujetaba con fuerza en su pico un gran trozo de queso. Así callas corazón, mientras chupas su pene y él te jala los cabellos, callas mientras cuando él te dice que debes hacerlo, callas, solo callas.

Cuando el astuto zorro comprendió, por fin, que no podría alcanzar el queso del cuervo, trató de obtenerlo de algún otro modo. Y no fue difícil para él, te robo de mi lado, te llevo haya donde no puedo alcanzarte, pero si seguirte.

-¡Mi querido cuervo! -le dijo suavemente- ¡Oh, hermosura del bosque! ¡Tu fuerza es mayor que la del águila, tu vuelo es más bello que el de la golondrina, tu reluciente plumaje negro brilla más que el del pavo real! ¡Lástima que siendo tú el ave más sublime que la naturaleza haya podido crear, no te otorgo una voz comparada a tu grandeza! Lástima que no puedas comprender con ese pequeño cerebro que dios te dio, lástima que te guste estar donde la mierda, pero mi vida, sabes que conmigo estarás bien, sabes que yo lo doy todo por ti, regresa putita mía, no me dejes, no permitas que ese hijo de perra siga dándote de cachetadas solo porque de vez en cuando quemas la comida.

Los negros ojos del cuervo habían brillado de alegría ante la adulación del zorro, así como brillaron los tuyos al ver su ostentoso auto, así brillaron al ver su ostentosa verga pero sus últimas palabras lo irritaron. ¿Qué quería decir al afirmar que no tenía una bella voz? pero sabes que si la tienes y no solo la voz, si no toda tu eres hermosa.

-Quizá esto último sea mentira –dijo el zorro- Puede ser que el ruiseñor haya difundido esa falsedad para acabar con la única voz que puede superar a la suya. Ojalá quisieras cantar, hermoso cuervo, y así permitirme oír la música de tu canción. Déjame oírte gemir una última vez, déjame hacerte el amor como antes, a media luz y con música suave, déjame escuchar tu respiración antes de llegar al orgasmo, para después poder cerrar mis manos en tu cuello y llevarte conmigo, amada mía.

Y aquel cuervo, excitado por tanta alabanza, abrió el pico y graznó sonoramente, dejando caer en el acto el trozo de queso atrapándolo el zorro en el aire, que era lo que en verdad quería. Y así es como le diste las nalgas después de la primera noche, sin pensar siquiera que yo pase más de un año cortejándote, sin pensar en el tiempo que pasamos juntos, escudándote en que solo es sexo y que con el sexo no se mezclan los sentimientos, pero después de las primeras noches pensé que eso quedaría en el pasado y que como adultos lo resolveríamos. Pero no, tenías que darle las nalgas a ese malnacido, que solo te quiere para coger y que le cosas el botón de la camisa.

-Si tu humildad hubiera sido más grande que tu vanidad, tendrías aún tu queso  -dijo una vieja ardilla, quien había visto todo desde su hueco en el árbol. Pero no le hiciste caso a la voz de la experiencia, te dejaste llevar, cual hojita que la arrastra el viento, te dejaste llevar por sus palabras vacías y su bolsillo repleto.

Y el cuervo herido y sin queso, levantó el vuelo.

Y mientras yo aquí, esperándote, pero no puedes verme, porque estas embobada con lo que él te dice. No soy nada para ti. Clamando tu nombre en la tarde, a la luz de un cielo que se quema por el sol, para que tú, indiferente, te des vuelta dejándome solo, con mis pensamientos.

Llamándote zorra te amo, zorra, te amo, puta, te amo, zorra, te amo, puta, te amo por debajo, hasta que la palabra pierda todo significado.

  No hay comentarios.       Topic:

No hay comentarios.:

Publicar un comentario