Ruido blanco

Sonidos que viajan. Luces con matices blanco y negro. Donde los sueños se decantan por ondas, viajando a través del espacio donde el tiempo es irrelevante, en el vació de un vaso de cristal roto. Viviendo lentamente, imperceptiblemente. Notas musicales volando, llenando los rincones del alba, llegando hasta tu cuerpo.

Sonidos que duermen. Y te acarician el rostro. Bebiendo el elixir que sale de tu respirar entrecortado. Queriendo meterse en tus pensamientos, poblar tus sueños de viajes fantásticos a través de las tierras que hemos creado. Creando falsas ilusiones y ruido blanco.

Queriendo besar tu cuello. Decirle a tus pies la belleza que ocultan tras esas medias color carne. Acariciando tu vientre en finos movimientos, oliendo, recordando cada poro de tu cuerpo. Sintiendo tu calor.

Besar la punta de tu nariz, tu nuca. Perderme entre la espesura de tu cabello enmarañado, viviendo el sueño de un loco cualquiera al que se le ha permitido la entrada a la casa de los deseos, donde el limite es el cielo de los inmortales al tenerte junto a mí en un viaje de placer, donde se nada entre estrofas de canciones de mil géneros distintos, mezclándose entre nosotros, jugando con nosotros, siendo parte de nosotros...

Ruido blanco. Te amo. Ruido blanco. Te amo. Ruido blanco. Te amo. Ruido blanco. Te amo...

Trilogía del hombre que se encuentra solo. Capitulo perdido: Te Amé

Te amé. Con salsa de soja. En invierno. Cuando me dejaste. Cuando me olvidaste. Te amé. Por mis huevos. Porque el cielo se abre. Porque él frió sabe a noches de mango y alcohol. Porque no sé olvidarte. Porque tus labios saben a perfume de ébano. Te amé. Porque me siento solo. Porque los días pasan a través de mi ventana, llenando el ambiente de sabor dulce de tu cabello. Porque dios me odia. Porque no lo sé hacer. Te amé. En una partida de póquer. Jugando a los bolos con el mundo entero. Te amé. Y te amaré. Donde no haya luz. Donde los recuerdos no signifiquen nada. En el misterio de mi ausencia. Desde hace un mes. Te amé. Con leche y pastel. Con donas glaseadas de chocolate, mosquitos y miedo. En un accidente de auto. Cuando morí. Cuando la vida pasa ante ti. Llevándose los momentos. Te amé. Cantando una canción sin nombre. Riendo. Soñando con lo increíble. Escuchándote. Deteniendo el techo. Te amé. Por pendejo. Sin entenderte. Sin siquiera conocerte. Al ritmo de una batería, con guitarras y bajos, tocando una rola de Portishead, mientras estoy soñando con tenerte, con que algún día me veas, con scratch y líneas de coca, space cookies y arboles bonsái, en un lago de agua tornasol, donde te sumerges y escuchas el sonido de tu voz, donde los besos significan un te quiero y un te quiero es igual al desprecio que siente la luna por los hombres al ver que los besos solo son... Besos. Y olvidan lo importante del mar, porque el te quiero se ha vuelto convencional y no hay suerte en el amor de un ser hacia la inmensidad del firmamento. Porque. Te amé...
 
 

Susurro para Ana

El tiempo se detiene.

Sientes que la mente viaja a otra galaxia. Que los sueños se transforman en mariposas de colores, grises, amarillas. Sientes la prisión de un cuerpo junto al tuyo. El calor de sus dedos sobre tu piel, del viejo vaho sabor a tabaco para pipa y café de grano.

Una piedra sobre la mesa. La misma que entro por la ventana, invitando a salir de la oscuridad, donde no hay seguridad y donde los pensamientos se diluyen entre alcohol y aguamarina. Peces de cartón. Nadando a través del mirar de tus ojos claros, tu cabello lacio y negro azabache. Ojos color jade. Piel morena.

El tiempo se detiene.

Sientes las notas de una música suave, que se oculta entre las curvas de tu cuerpo. Viajas a través de quinientos soles, rodeada de planetas en donde cada paso representa una edad distinta. Sientes el tierno roce de un niño de 21 años, queriendo meterse entre tus anhelos. Queriendo alcanzar tus labios, besar tu frente y salir corriendo.

Capuchinos sabor miel. Vodka en tristes botellas de cristal, esperando a que la tapa salte, para poder correr sobre tu piel, recorrer tu vientre, acariciar tus muslos, bajar a tus pies y transformarse en una estatua de agua, sudor y sexo. Caminar por sobre arena, sobre sal. Quiero que duermas sobre mi regazo, viendo películas malas. Soñando con despertar en un día de sol, frió y lluvia.

Quiero que el tiempo se detenga...