Trilogía del hombre que se encuentra solo. Capitulo II: Te Perdí

Te perdí. Sobre viejos cuentos de hadas y caballeros de blanca armadura. Sobre las sabanas de algodón que nos regalo tu madre. Te perdí. A las 3 de la mañana. Mientras volaban los sueños de alguien más sobre mi cabeza, mientras los vasos de cristal se derretían, mientras todo mundo dormía. Te perdí. Justo cuando más te necesitaba. Cuando falsas ilusiones me daban vida, cuando el triste recuerdo del ayer se despedía. Te perdí. A fuerza de hambre. Durante el ciclo rem y aquella plancha que me arrojaste. Te perdí. Durante una cena de huevos y Alan. Por pendejo y sobre el sudor del sexo. Te perdí. Por el dolor del bronceado en la espalda. Te perdí. Por los grupos de psicología, las prostitutas y la bebida. Te perdí. Ante los ojos de tu madre muerta y por sobre dios y la madre tierra. Te perdí, durante el desayuno psicodelico de caballos alados, hipopótamos con cara de Camila y pies pequeños donde caben abejas rosas con grandes antenas que captan mis sentidos, con arco iris de cabellos de tierra, cabezas de diputados, mujeres con cien tetas, cuerpos de cristal y camas de viento y sollozos, flautas de agua en pipas de papel corrugado, por sobre las hojas con forma de pajarillos que cantan sonata claro de luna, con manos que rezan y viejas paredes blancas donde mil orejas escuchan lamentos, en una ciudad de pequeños dedos, con autos y contaminación, con trastos en la alacena, con tus rizos amarrados a la cama, con tu cabello negro y tu sexo palpitante, con viajes de risas y ensueño, con vecinas y colores que se respiran, pero no se ven y saben a chocolate blanco, gris y negro.Te perdí...

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