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Suicidio

... ella estaba alli. Con los ojos abiertos. No creia lo que veia, sientia que vivia un sueño en camara lenta, todo irreal, todo extraordinario. Se le hubieran dicho que eso pasaria, simplemente se hubiera reido. Jamas lo creeria. Ni ahorita lo creia.

Sus manos sudaban, no por emocion ni por asombro. Solo sudaban. Su cabello ralo parecia temblar ante lo que estaba ante ella. Sus pies clavados al piso no respondia a ningun impulso del mundo exterior. Solo se escuchaba su respirar agitado y el viento en algun lugar alejado.

-No corras. -le dijo el- No te muevas. No trates de hacer ningun ruido. Todo esto es necesario. Todo esto tiene una razón de ser. Todo esto ha sido planeado y hasta cierto punto, predestinado. Y porfavor, no hables.
Y porque ha de ser asi, te preguntaras. Simplemente, porque es mi decision, es mi forma de ver la vida y demostrarle al mundo mi manera de pensar. No hay nada mas tragico que el que una persona muera y pase inmediatamente al olvido, se quede sepultada bajo la miseria y la indiferencia. Y eso va a cambiar conmigo y contigo. Hoy trascenderemos. Y no hay nada que puedas hacer para impedirlo. Solo cierra los ojos y dejate llevar hacia la otra vida, donde sin duda te encontrare.

Ella cerro los ojos. Intento sumirse en el sonido del palpitar de su respiración. Una paz bizarra se comenzaba a apoderar de su alma.

-¿Me amas? -pregunto ella-
-Te amo. Y sabes que jamas te haria daño. -le respondio-

Y dicho esto, saco un calibre .45 y disparo justo en la frente de ella. Para luego, ponerla en su boca y jalar el gatillo.


Totalmente Solo

Él y ella se encontraron por primera vez en una fría tarde de la ciudad de Pachuca. Habían acordado verse en el parque central para conocerse, platicar y tal vez tomar un café. Ella llevaba puesto un gran abrigo color marrón y el una chamarra de piel. Convinieron que se reconocerían porque los dos llevarían una bufanda negra sobre el hombro.

-¿Jessica?
-¿Aldo?

El saludo inicial fue un poco temeroso, ya que los problemas con la seguridad citadina eran graves y no querían correr riesgos. Después de un apretón de manos, el la invito a un pequeño restaurante situado a dos calles de allí. Caminaron a través del parque mientras se miraban de reojo. Ella hizo la primera pregunta, estúpida, pero indispensable.

-Bueno y dime…- empezó a hablar ella pero el no la dejo terminar.
-¿Alguna vez has sentido que tu vida no vale nada?-

La contestación, totalmente fuera de lugar, la paralizo en seco. Aldo siguió caminando cabizbajo sin darse cuenta de que la dejaba atrás, como alguien que tiene mucho que pensar. Ella lo alcanzo mientras el aire jugaba con su cabello.

-¿Te pasa algo, quieres hablar sobre eso?- pregunto.
-No es solo que, ¿alguna vez has tenido un sueño, en donde las cosas parecen distantes, los amigos se esfuman, quieres moverte, pero un gran lodo te mantiene en tu sitio, y te hunde más y más? Las personas que están a tu alrededor te ven, tú los llamas por su nombre, pero ellos solo se limitan a observar tu muerte lenta, agonizante, asfixiante. –respondió.
-Mmm, si supongo que si-
-Pero, lo lamento, ni siquiera te conozco y ya te estoy cargando mis problemas.
-No me molesta, si necesitas hablar, ten por seguro que te escuchare.

Siguieron avanzando por la avenida, con los autos pasando y el viento soplando. Estaban a escasos 5 metros del local cuando él volvió a hablar. Pareciera que realmente necesitara sacar lo que traía en su interior

-Lo siento pero es que, últimamente mi vida es así-

Llegaron y el se apresuró a abrirle la puerta. Pidieron una mesa para dos. Los ubicaron en un rincón con un gran ventanal. Al sentarse quedaron frente a frente. Ella lo miraba con ternura mientras que él tenía una mirada vacía y a punto de las lágrimas.

-Te preguntaras porque estoy hablando de esto pero, la verdad es que no me conoces, sé que no me juzgaras y por lo tanto me escucharas. –trato de justificarse Aldo.
-Como te dije hace un momento, puedes hablar conmigo- fue toda la respuesta de ella.

Llego el mesero con la carta. Ella ordenó sopa de nopal, jugo de toronja y café. Él pidió la especialidad de la casa: 250 grs. de carne al horno con sopa de arroz, frijoles refritos y ensalada. También pidió agua de horchata, y por supuesto café.
Mientras les traían la comida se quedaron callados. Jessica no lo quería interrumpir y él trataba de buscar las palabras correctas. Paso el tiempo.


-Últimamente mi vida á cambiado mucho- dijo al fin
-En mi trabajo, la presión es tan grande, que a veces llego a la casa mortalmente cansado, pero no puedo dormir. Me la paso rodando en la cama, fumando sin ton ni son hasta que los primeros rayos de sol avisan que es hora de irse de nuevo a trabajar. Los antiguos camaradas desaparecieron. Mi familia me á olvidado por completo. Lo único que tengo es este momento contigo. No lo sé, pero lo único que quiero es desvanecerme, irme lejos, a un lugar donde nadie me conozca, pero sé que eso no ahuyentara a los fantasmas. Quisiera correr, gritar y volver a ser feliz. Pero estoy totalmente solo.-
Ella calló prudentemente. Sabía que tenía que desahogarse. Quería ayudarlo pero, ¿Cómo? Lo había conocido por internet y lo único que sabia de él era su nombre, que tenia 20 años, que trabajaba en una escuela y que le gustaba escribir.

Los platillos llevaban un largo rato y el mesero se acercó preguntando si algo estaba mal. Respondieron con un movimiento de cabeza y se obligaron a comer. Estaban fríos.

-¿El cambio fue de la noche a la mañana o ya llevaba tiempo?- pregunto ella.
-No lo sé la verdad es que no recuerdo como empezó- se limitó a responder.
-Pero, debes de tener alguna pista, un indicio, tal vez descubras el error y puedas enmendarlo-
-Lo se, pero le eh dado muchas vueltas y no puedo entender que ha pasado. Pareciera como si de repente alguien aya decidido jugar con mi vida.-

Comieron lo más que pudieron, pero el apetito se había esfumado. Se levantaron, mientras Aldo pedía la cuenta. Tomo el ticket que le entrego el mesero y se dirigió a la caja para pagar. Salieron.

Él dijo que tenía que irse y ella lo intento retener sin conseguirlo. La platica tan corta, pero profunda, la había dejado con un mal sabor de boca.

Lo último que le dijo fue que la buscara. Él respondió que la llamaría.

Jessica se despertó con un mal presentimiento. Había pasado más de un mes desde que vio a Aldo y sabía que necesitaba su ayuda. Ahora conocía el modo para ayudarlo, y decidió buscarlo. Recordó que le había dicho donde vivía y se dirigió a su casa. Toco la puerta pero nadie abrió. Pensando que tal vez tendría una llave escondida, busco por todo el patio pero sin encontrar nada. Se le ocurrió una idea: Le preguntaría a algún vecino si sabían la dirección de donde trabajaba.

Toco el timbre de la casa de a lado y salio una mujer regordeta. Le pregunto por la dirección, o si sabia algo de su vecino, diciéndole que era una amiga y que estaba preocupada por el. La señora se mostró sorprendida, pero al ver la cara de apuración en ella le cometo que el señor Aldo le había dejado una llave por si algún día perdía la suya y le dijo que si quería se la podía dar. Jessica contesto que si. La mujer le pidió que esperara mientras entraba a buscar la llave.

Al entrar a la casa, un fuerte olor desagradable le impedía respirar. Entro a todo los cuartos buscando, pensando que tal ves estuviera dormido o ebrio. Al abrir la puerta del cuarto de baño algo bizarro apareció ante sus ojos.

Aldo se había ahorcado con el hilo dental. Y lo peor de todo… Nadie había ido a buscarlo… Porque estaba totalmente solo.

Cuando la magia de las drogas muestra su verdadera cara... Suicidio

No tengo ningún sentimiento.

Algo en el camino se proyecta directo hacia mí, con sus grandes luces de neón y su chillar de ruedas. Acciona el pito y agita una mano. Grita desesperadamente que me quite de en medio. No puede parar la masa de hierro y vapor que maneja.

No puedo sentir nada.

Volteo como si de en cámara lenta se tratase. Miro suplicante el motor, como un salvavidas o una soga a la cual aferrar mi caída. Mi vida.

No recuerdo cualquier cosa.

Dicen que al morir tu vida pasa ante ti como un flash. No es cierto. Solo ves lo que quieres llevarte al inframundo. Ves las alegrías de tiempos mejores y los momentos de satisfacción vividos. Lamentablemente también ves los días de soledad y desasosiego. Las noches en vela, los atardeceres callados, los fines de semana tétricos, los desayunos fríos, las conversiones insípidas. Ves lo que realmente fuiste. Ves la inocencia del ayer y podredumbre del hoy. Te ves a ti.

No puedo moverme.

Recuerdo la ultima semana de mi vida. La semana que definía mi futuro. Gracias al cruel destino, mi futuro no duraría mucho. Músico de profesión, tocaba con el corazón las letras de los grandes del rock 60'ero, los sonidos de Pink Floyd y Black Sabbath. Rentaba un departamento donde siempre había alcohol, drogas y sexo. Donde los días pasaban perezosos sumergidos en jack daniel's y heroína. Las noches se llenaban de duendes y astros multicolor con el LSD. Los viernes se aceleraban con cocaína. Y todo el siguiente mes yendo a los cubos de basura de la pizzería de enfrente a recoger las sobras. Pero no importaba ya que ella estaba conmigo. Pero la semana pasada se fue. Sobredosis de anfetaminas mezcladas con heroína y alcohol adulterado. Eso fue lo que dijeron los doctores. No pude hacer nada. Estaba a un lado de ella y no puede salvarla. Estaba en un "viaje". Irónico, ¿no?. Mi viaje será diferente. Viajare por soles y montañas, luces de colores y agua cristalina, arboles de frutas y caminos desaparecidos. Viajare por el fino y casi imperceptible firmamento de mi ser y llegare hasta ti. Te buscare y te traeré de vuelta. Te amo.

No me interesa.

La mano que antes se agitaba, ahora tapa sus ojos. El pito sigue aullando, cansado y resignado. Me tumbo en el suelo y mi cabeza se recuesta en una vía. Miro las estrellas, esperando el fin...