La danza de la inconsciencia


Ceniza. Incienso derretido en suaves líneas de humo y aroma.

Cigarros consumidos uno tras otro, llenando el plato de bocanadas de aire y hedor.

Alcohol que ahoga todo, café, como esos labios que dejan huella en el vaso. Adormeciendo los sentidos y nublando las sensaciones. Apenas rozando los pétalos de los lirios que danzan al capricho del viento. Montañas que emergen, otras que caen, otras que nacen, otras que van muriendo lento. Árboles retorcidos, brujas que se columpian en sus ramas, rosas sin espinas, nietos que se arrullan en brazos desconocidos, orquídeas, tulipanes, margaritas, todas las flores del mundo flotan y forman círculos alrededor de una vela que pide fuego prestado del reflejo que deja el sol en la luna.

Duermevela, conciencia y nauseabundo se abrazan y se funden en un solo ser. Compartiendo sus sentimientos y sus demonios, sus alegrías y sus caprichos, envidia conoció a pereza, ira a lujuria, la gula a la avaricia y la soberbia los conoce a todos de tiempo atrás. No hacen falta más explicaciones. No hace falta presentaciones. No hace falta nada, todo está dispuesto a la mesa, todo es para todos, aquí nadie se queda sin comer y sin bailar.

Ceniza. Incienso derretido en formas caprichosas y nubes rojas.

Cigarros consumidos uno tras otro, desvaneciéndose lentamente, ahogados en su propio ardor.

Brujas que se columpian en las ramas de un árbol torcido, no hay mejor manera de hacer que las escobas vuelen, solo debes de poner un poco de adormidera y esperar que el sueño llegue y se haga uno con el tiempo.


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2 comentarios:

  1. Me recuerda las reflexiones en que me hundo siempre al tomar y fumar ya sea en un sitio con gente o bien, lo más común, solo. Los pensamientos sobre el tiempo, actos cometidos, y al final (cual ceniza) la inevitabilidad de ser consumido.

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