Llagas en el suelo

Susurrando llega el viento. Jugando a enmarañar el cabello. Susurrando historias. Susurrando cuentos. Cuentos de media noche. Cuentos infinitos. Como luces de artificio.

El tiempo vuela ante mis ojos. Se ve polvo y tierra profunda. Niños corriendo. Jugando con listones negros.

El luto se huele en el aire.

Todos morimos. Solo los actos en vida permanecen inmortales. Y el nombre que estaba atado a ellos se desvanece lentamente, como el eco de un anciano que revive sus viejas memorias.

Risas inocentes. Lagrimas hipócritas.
¿Porque se tuvo que ir?

Niños jugando con tierra y flores. Mujeres con velos en su cara. El viento intenta arrancarles la máscara. Y ellas se aferran a su tristeza.

Susurrando llega el viento. Susurrando cuentos infinitos. Susurrando plegarias al cielo. Pidiéndole a un dios en el que no creen. Confiando en un mito que no viven.

¿Dónde quedaron las metas compartidas?
¿Dónde estabas cuando más te necesitaba?

Y hoy, estoy aquí ante la fría palidez de tu lápida. Siendo yo quien le susurra cosas al viento. Para que se él quien las lleve ante el grupo sufriente. Ante las risas de los niños que son afortunados y saben que la muerte solo es un paso más en esta vida, de la cual salir vivo es imposible. De la cual vivir es morir.

 Son solo llagas en el suelo.

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