Trilogía del hombre que se encuentra solo. Capitulo perdido: Te Amé

Te amé. Con salsa de soja. En invierno. Cuando me dejaste. Cuando me olvidaste. Te amé. Por mis huevos. Porque el cielo se abre. Porque él frió sabe a noches de mango y alcohol. Porque no sé olvidarte. Porque tus labios saben a perfume de ébano. Te amé. Porque me siento solo. Porque los días pasan a través de mi ventana, llenando el ambiente de sabor dulce de tu cabello. Porque dios me odia. Porque no lo sé hacer. Te amé. En una partida de póquer. Jugando a los bolos con el mundo entero. Te amé. Y te amaré. Donde no haya luz. Donde los recuerdos no signifiquen nada. En el misterio de mi ausencia. Desde hace un mes. Te amé. Con leche y pastel. Con donas glaseadas de chocolate, mosquitos y miedo. En un accidente de auto. Cuando morí. Cuando la vida pasa ante ti. Llevándose los momentos. Te amé. Cantando una canción sin nombre. Riendo. Soñando con lo increíble. Escuchándote. Deteniendo el techo. Te amé. Por pendejo. Sin entenderte. Sin siquiera conocerte. Al ritmo de una batería, con guitarras y bajos, tocando una rola de Portishead, mientras estoy soñando con tenerte, con que algún día me veas, con scratch y líneas de coca, space cookies y arboles bonsái, en un lago de agua tornasol, donde te sumerges y escuchas el sonido de tu voz, donde los besos significan un te quiero y un te quiero es igual al desprecio que siente la luna por los hombres al ver que los besos solo son... Besos. Y olvidan lo importante del mar, porque el te quiero se ha vuelto convencional y no hay suerte en el amor de un ser hacia la inmensidad del firmamento. Porque. Te amé...
 
 

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