Recuerdo la noche de tu ausencia. Recuerdo tu respirar entrecortado, un segundo sobre mi pecho, al otro se había ido. Recuerdo tus zapatos de tacón caminar hacia el tocador, tomar tu bolso y salir. No volteaste la cara. No me concediste una ultima mirada.
Recuerdo cuando te encontré en la calle. Subiste a mi auto, besaste mi mejilla. Encendiste el radio y sintonizaste una estación romántica. Paramos en una tienda de autoservicio a comprar botellas, botanas y condones. Caminaste a mi lado, abrazaste mi espalda mientras le pagaba al cajero. Tus bellos ojos verdes, acentuados aún más por el delineador negro, tenían una chispa. Pediste una paleta roja como tus labios.
Llegamos a mi apartamento. Tocaste todo, viste todo. Parecías una niña en un país de muñecas y dulces. Abriste las cortinas de mi sala y observaste la viste desde un decimotercer piso. Puse la música más sensual del mundo. Chilli Out, Jazz y tu risa llenaban el ambiente. Abrí la botella y serví dos copas. Casi me arrebatas la copa de mi mano y brindaste. "Porque esta noche sea inolvidable". Bebiste la mitad de un trago. Y yo, cual fiel servidor, me dedique a observar ese cuerpo perfecto. Te vi bailar por toda la estancia, jugar con tu vestido. Me deje caer en el sillón. Te acercaste.
Lentamente desabroche el seguro de tu sujetador. Baje mi cabeza por entre esos pechos perfectos, sentía tu palpitar entre mis labios. Tu piel blanca se contrastaba por la media luz que entraba a través de la ventana. Me embriagaba cada vez más con ese perfume, mezclado con sudor y feromonas. Tus largas piernas me envolvían, cual serpiente al atrapar a su presa. Tus pezones firmes y tu vientre tenso. Besaste mi cuello, pidiendo que lo hiciera despacio. Me llevaste firmemente hacia tu monte de venus. Y me deje llevar por entre esas sensaciones que manchaban mi barba y llenaban mi libido.
Mi hombría aún estaba deseosa de tus placeres. Te pusiste sobre mi y gozaste conmigo. Primero pausadamente, con un gemir rítmico, un poco más rápido, más rápido, para cortar y empezar otra vez todo. Jugaste con el sexo, queriendo engañar a mi naturaleza. No querías que terminara. Tus uñas sobre mi pecho. Mis manos abarcando el tuyo. El temblor de tu nalga. Y tu gritando mientras yo estoy dentro de ti. Disfrutando cada segundo. ¡No Pares!. Y continuo mientras la fuerza que sale de la fusión de nuestros cuerpos mantienen mi pene erecto. El segundo condón ha terminado lleno. Y me dispongo a recorrer tu cuerpo, con la yema de mis dedos. Quiero grabar esta noche en mi mente. Tu terminas después de mi y me arañas más y más fuerte. Tus pies están tensos, tu respirar entrecortado. Un segundo sobre mi pecho y al otro se ha ido. No me concediste una ultima mirada. Y tu cuerpo vale 515 francos.
3 comentarios Topic: Tristeza
Damn, lo adoro.
ResponderBorrarSencillamente.
Alguna vez escribi dos cuentos eroticos a peticion de un colectivo en el que estaba, creo que retomare el tema jeje.
ResponderBorrarfrancos? uh que sofisticado
Allizzia... Señorita, usted siempre tiene palabras para hacerme sentir bien...
ResponderBorrarDiabla... Ajale, seria bueno leerlos alguna vez. Y que retomaras el tema.
Si, francos. Imagina que le hubiera puesto pesos... No, no, no