La muerte de un ser conocido

Alguien una vez me dijo como quería morir. Me dijo "Moriré en la recámara de toda mi vida, a la edad de 78 años, solo, ya que mi esposa abra muerto un par de años antes. Moriré con una sonrisa en el rostro ya que mis hijos serán todos unos profesionistas, mis nietos estarán en la flor de la edad, porque tendré casa, dos autos clásicos, un pecesito de colores y un perro llamado Teto. Moriré en cama fumando pipa mientras escucho rock 70'ero, y leyendo un buen libro. O tal vez enfrente de la cómoda, revisando los libros que escribí. Moriré en soledad, pero satisfecho con la vida."

Recuerdo vagamente que esa persona que me lo dijo parecía feliz de su muerte. Moriría satisfecho.

Lamentablemente esa persona ya murió. Murió joven, con toda la vida por delante, un futuro prometedor, su primer auto recién comprado. Murió de tristeza y soledad.

Murió mi yo prometedor, el yo que tenia un futuro. Solo quedo la envoltura vacía, el saco roto, la cascara seca. Quedo el desamor, el odio y la venganza. Quedo el recuerdo de alegrías pasadas que alimentan el rencor y la amargura del porvenir. Queda un cuerpo sin alma, un cuerpo sin vida.

Quedo yo, o mejor dicho, lo que queda de mí.

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  1. Un amigo me dijo (aunque de forma más estúpida): "Todos morimos lentamente".

    Tiene razón. A cada momento que vivimos, uno aprende. Ve el mundo de alrededor y aprende.

    A veces, aprender es bueno.

    Pero a mi simplemente me enseña toda la verdad. Lo cual no es bueno.
    La verdad destroza. Duele. Mata.

    Mata las ilusiones. Nos mata lentamente.

    Mata ese yo que nos impulsa a seguir...

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