Trilogía del hombre que se encuentra solo. Capitulo I: Te Encontré

Te encontré entre viajes de sol y sueños de pescado. Entre estrellas roji-azules, elefantes de mostaza y panes congelados. Te encontré entre la noche, la basura y una bicicleta. Entre cientos de burbujas multicolores y baños de espuma de mar. Te encontré entre la risa del cabello rizado. Entre los cielos de verano, el agua submarina, los gritos de una guitarra y el cuello de la camisa. Te encontré en la selva de tu existencia. Entre finas fotografías polaroid, entre papel gastado y plumas sin tinta. Te encontré entre mi miseria. Te encontré entre mi insuficiencia. Te encontré entre mi decadencia. Te encontré entre los restos de mi conciencia. Te encontré entre muñecos rotos. Entre ropa desgastada y juegos de la infancia. Te encontré entre películas a blanco y negro. Entre butacas corroídas por ratas, entre hormigas que trabajan y entre viejas de vecindad. Te encontré mientras no te buscaba. Entre tiempo perdido, entre la vida muerta y cuadros de Alejandro. Te encontré...

¿Y si morir es la respuesta?


El cuarto yace a media luz. En una esquina, un tocador de madera corroída, donde las playeras y las camisas se desparraman en un doblez mal echo. La luz del monitor de una computadora parpadea, dando a la habitación un aire casi tétrico. Suena en algún lado The March And The Stream. Una mosca se posa en la pared. Las sombras del humo de un cigarro se mezclan entre el frio de la noche, la tristeza y la soledad.

Solo veo el techo. Busco la respuesta entre la rugosidad del tirol. Mi atrapa-sueños baila entre el susurro de mí respirar. No quiero vivir. Quiero dejar de pensar y que mi cuerpo se disuelva entre las lozas del piso. Quemar mi esencia, como la ceniza. Dejar de sentir el dolor que embarga mis sentidos. Terminar con todo. Y arrastrarme al infierno.

Me dejo llevar entre sueños de piel y molestar en la espalda. Extraño mi forma simple de ver las cosas. Extraño mi capacidad para reírme de los problemas. Te extraño.

Un vaho en mi ventana. Un nuevo cigarro. Dolor de cabeza. Cerveza. Triste noche de domingo, plagada de pesadillas y música, donde los sueños han perdido peso, donde la familia perdió el valor, donde esperar a morir se vuelve cotidiano, donde me siento ahorcado. Asfixiado en mi vida, asqueado de la sociedad y sus normas, vivir para tener. Un hoyo en el estómago, quemado por la acidez de no comer en dos días. Y mantenerse a base de café, cigarros y alcohol.

Me siento en el borde de la cama. Tomo mi bajo que cuelga de la pared. Enciendo el amplificador, dejando que el zumbeante ruido me aleje de mis pensamientos de suicidio y vacío. Vacío de afecto. Comienzo a tocar lentamente, invocando viejos recuerdos. Nunca pasa nada. Me cansa la vista de mi rostro ojeroso y desecho ante el espejo. Quisiera tu cuerpo junto al mío.

La vida parece distante. 3:00 a.m. y a pesar del cansancio físico, la mente parece revelarse ente las exigencias del cuerpo y no me permite pegar un parpado. Sigo pensando si hubiera. Si hubiera sido más listo y no me hubiera metido entre la mierda, solo para recoger un pedazo de papel. Si hubiera sembrado amistades, si hubiera pensado las cosas antes de dejarme llevar por la estupidez de la juventud, si hubiera ahorrado para tener algo mejor, en vez de vendarme los ojos ante una realidad que lejos de ser mía, parece de alguien más. Si hubiera respondido tus mensajes, si solo te hubiera robado un beso. Y no me queda nada.

Una araña baja por su fina cuerda. Se deja caer, rompiendo el viento. Y siento ganas de llorar. De sacar todo lo que guarda mi corazón, arrancármelo del pecho, tirarlo al suelo y aplastarlo con la fuerza de la pasión que aun queda dentro de mí. No quiero perderte.

El azul de tus sueños

No pienses en el cielo que no se abre
No pienses en el mar que te abandona
No pienses en las hojas, los niños o las estrellas
Piensa en que no muere el tiempo, que el reloj para y que la tierra se detiene...

Piensa en tu inconsciente, transportando recuerdos como fotografías.
Piensa en el surrealismo de tu infinita desesperación...
...y trata de entender la magnitud de tu creación.

No pienses en lo desconocido
No pienses en el desamor de un ser amado
No pienses como si pensar fuera lo último
Piensa que te amo...

Piensa en los días felices, marcados por pastel y mosquitos
Piensa en la vida como lo que es...
... Un momento para vivir.

No pienses que no sientes
No pienses que el mundo se sumerge en el eco del materialismo
No pienses en la basura de la niña de a un lado
Piensa en la forma tan tonta de crear un universo...

Piensa en lo azul de tus sueños
Piensa que puedes tomarlos y guardarlos...
... Como finos cabellos de algún extraño recuerdo.

No pienses en las noches de fuego
No pienses en pensar...

... Piensa en que te amo...
... O piensa que pienso que lo pienso... Y lo siento.... Y te amo.

El indigente II


La sangre broto de su cráneo aun caliente. La sombra cubrió todo, dejando sueños e ilusiones sin guía. Él frió de la noche fungió como anónimo cómplice. Y todo por dinero.

9 de agosto.

Falta un día para pagar la renta del cuarto. Sin un peso, decidió llevar lo único que le quedaba a empeñar. Un viejo libro con pastas de cuero negro y hojas amarillentas. Escrito en 1678, relataba las crónicas de la inquisición. Bastante bello y bien cuidado, había pasado de generación en generación en su familia. Y hoy tenia que empeñarlo.
-200 pesos.
-¿Pero como?, es un ejemplar envidiable, en perfecto estado. ¿Como que 200 pesos?
-Es lo que hay, tomalo o no estés chingando.

Dos billetes de 100 cayeron en su mano, sucia por el sudor y la tierra de sus uñas. 200 pesos para pagar 800. ¡Gracias! economía mexicana.

Se fue a su cuarto maltrecho por la frialdad de sus demonios. Fue a acomodar su poca ropa, sus pocos trastos, sus muchos escritos. Sabia que no le perdonarían un mes más de renta sin pagar y por lo tanto dejaría el lugar en la noche, a buscar refugio en portal, una banca en el centro de la ciudad o una casa para indigentes.

10 de agosto.

Se levanto de la banca donde había pasado la noche anterior. El cabello largo y la barba que cubren su rostro no lo han protegido del frió cortante de la madrugada, y él roció le ha congelado las puntas de los dedos. Su vista busca sus cosas. No están. Baja la mirada y una lágrima perdida rueda por su mejilla. Impotencia. Rabia. Blasfemia. Su corazón esta rebosante de odio y desesperación. No le queda nada más. Solo sus pensamientos y su pluma.

11 de agosto.

190 pesos. Es todo lo que le queda. Si los cuida, suficientes para dos semanas, antes de empezar a pedir limosna. Él, que ha vendido miles de libros, ahora tiene que cuidar 190 pesos. ¿Donde está la justicia? Camina a lo largo de la carreta, esperando que un automovilista ebrio lo arrolle y a si poder terminar con su vida, pero con la ventaja de que no será su culpa. Sueños de monstruos e invierno cubren su mente, poco a poco, como la neblina bajado de la montaña. Sus manos traen unos guantes que un niño le dejo en su regazo. Y en su cabeza, sus demonios traman su insensible locura.

12 de agosto.

-¡Fíjate pinche pordiosero!

Aun camina a lo largo de la carretera. Quiere morir, pero no puede tomar la decisión. Y ahora solo le quedan 40 pesos. Tres botellas de tequila de mala calidad se salen de una chamarra apestosa que empieza a deshacerse en los hombros. Habré una botella y bebe, cayendo unas gotas en su manga, que rápido chupa, para que no las evapore el sol implacable. Le quema la garganta. Pero le llena el estomago.

Ebrio y sin destino. Ha caminado dos días enteros y su única compañía son los recuerdos. Un árbol se ve a lo lejos, con su gran copa y su generosa sombra. Parece un buen lugar para dormir un rato.

12 de agosto (unas horas después).

Las rodillas le duelen. Dormir al raso no es bueno para las articulaciones. Ve la mitad de un cigarro tirado en el suelo. Lo levanta, lo sacude y se lo lleva a la boca. Saca un encendedor y prende la hierba olorosa. Disfruta este pequeño regalo, tirado por gente sin cultura. Ve el atardecer, cegado por los colores rojiamarillos. Le miente la madre al dios en el que ha dejado de creer. Vuelve sus pasos por la carretera.

12 de agosto. 10:29 p. m.

Los carros pasan cada vez más cerca a su costado. No se inmuta, el alcohol lo sume en una nube de osadía. Habla con su respiración, le grita a la luna, se enoja con el viento. No sabe de si, ni su nombre, ni sus raíces. Y cae.

12 de agosto. 10:29.3 p. m.

El carro salta. Su cabeza golpea el toldo, lo que le deja un morado que no se distingue por entre la espesura de esa cabellera negra.

-¡Verga! mate un perro. Puta madre.

Detiene el coche. Revisa su facia, sus llantas, su defensa. No le paso nada. Voltea la vista atrás. Y unos ojos suplican en un gemido, mil palabras de auxilio. No puede creer lo que ve. El sudor frió le recorre la espalda. Jamas olvidara esos ojos. Le perseguirán a cada momento de su vida, en sueños, en recuerdos, en la eternidad. No es un perro. Es menos que eso.


*No les des dinero, dales empleo.
En memoria de mi tío, quien fue destrozado en la carretera Irapuato-Salamanca.

...

Rueda la piedra por el suelo. Rueda, impulsada por el viento, hacia la orilla de la carretera, donde la tierra fresca de debajo de un árbol le da cobijo. Se acurruca en su nuevo hogar, esperando pacientemente a que una nueva patada la cambie de lugar...

Sale el sol por entre las nubes. Sol de verano, caliente, sofocante. Deseando que una nube pasajera lo vuelva a cubrir para poder descansar entre las sombras de la soledad...

-¡Hey, apaga esa madre, apesta a mierda!
-¿Que te pasa?, es de la buena. Mira.
-Aun así, apagala, si llegan mis padres me van a cagar por andar quemando esa madre.
-No hay pedo, andaremos tan pinches locos que ni cuanta nos vamos a dar. Andale, ten, quemala...

Un liquido transparente pasa a través de la angostura del tubo metálico. El diablo se encuentra en presentaciones sin color o sabor. Entra a través de una vena que difícilmente se ah encontrado, como si quisiera protegerse del pinchazo mortal. El torrente sanguíneo lo transporta por entre el cerebro, el páncreas, los riñones. No se detiene ante nadie, todo lo infecta, todo lo paraliza. Y a lo lejos se escucha ¡BESA MI TRASERO! antes de declarar la hora de muerte...

Vacío. Vacío infinito en el pensamiento de un asesino. No puede sentir nada, no puede recordar nada, no se puede mover, no puede pensar, no puede hablar. Solo siente un gran vacío al ver aquello que a sus pies, que incondicionalmente, se entrega ante el...

La piedra rueda, bajo el sol de verano que quema la sangre que ha derramado el asesino. Dejando atrás cuerpos, mota y agujas.



Diario de un manicomio parte 5

Este post es la parte final de Diario de un Manicomio (Parte I), Diario de un Manicomio (Parte II), Diario de un Manicomio (Parte III) y Diario de un Manicomio (Parte IV).


Un par de hojas caen rompiendo del aire. Nubes de formas excéntricas, unos cuantos pajarillos que cruzan la inmensidad del firmamento, el sol frió en una tarde de inverno. Todo el tiempo se detiene debajo de este álamo donde pequeños animales escarban en su interior y las aves hacen nidos de lodo, hierbas, ramas secas y saliva. Las fuertes ramas detienen el peso de una cuerda tensa, que abraza el cuello de una niña de edad indefinida que se balancea de forma rítmica y pausada, como si bailara un vals, a escasos 40 centímetros del suelo. Se ve la expresión de ternura y maldad en su rostro, saludando a la muerte que lentamente ha llegado ante ella. Solo el tiempo muere y nos arrastra consigo.

Su mano sostiene un pedazo de papel. Manchado por tinta, sangre y lágrimas, muestran una caligrafía dulce marcada por fuertes trazos de odio. Odio ante si misma por no entender que dios la ha hecho diferente. Diferente ante un mundo que no la entiende como es. Diferente porque prefiere jugar todo el día, soñar, imaginar, manipular. No puede pensar en otra cosa. Se siente vacía, en un lugar al que no pertenece, donde aplastar su espíritu es la única diversión de sus celadores, prisionera de blancas paredes acolchadas.

El color de sangre coagulada empieza a verse sobre su piel. Un color que representa la desesperación de alguien que piensa que la muerte es su única salida, que no quiere luchar contra nadie más, que prefiere desaparecer. Y colgarse de un árbol es su forma de rogar ante alguien que la salve de si misma, que escuche la suplica de un alma perdida. Cuelga la lengua seca de una voz que no se oye, que no prefiere hablar. Llora en silencio.

Las líneas no se entienden, no muestran más que frustración en frases cortas, odio, porque me dejaste, perdoname. Y la única que tiene algo de sentido tiene 3 palabras.

"No estoy loca"

Pasan los días y ella sigue en su sitio. Nadie repara en el alma perturbada que ha desaparecido. Siempre olvidada, siempre atrás de los demás, recordada por su extrañes o su soledad. Ni su nombre sabia, nunca se lo dijeron. Se auto nombraba con nombres que escuchaba decir de su padre a cada mujer que pasaba a la recámara principal. Para después poder jugar con ella en el baño, antes de que mama pudiera llegar. Días de dolor en el bajo vientre. Sangre. Vergüenza. Con una imaginación que alimenta pervertidos juegos retorcidos en un cuerpo que no es el de ella. Y al final, ha quedado sola, como siempre. Atada a un árbol, donde los pajarillos anidan y los animales buscan refugio.

Sola, ante la inmensidad de la eternidad, jugando, manipulando.

Con Odio,
Dany,
Alicia,
Sandy,
Mary,
Ale,
Monse,
Eve,
...